Mario la empujó contra la pared del pasillo, y la acorraló
con sus brazos. Ella se sorprendió por aquel movimiento de pasión, pero le
siguió el juego enseguida. Mario comenzó a lamer su cuello, mientras ella mordía
el lóbulo de su oreja. Él palpó su piel por debajo de su camiseta, mientras la
besaba dulcemente en los labios. El beso se hacía más apasionado a medida que
sus manos llegaban al borde del sujetador; después comenzó a tocar sus pechos.
Los dos gimieron de placer. Las camisetas de ambos pronto aparecieron en el
suelo. Él agarró el trasero de ella con las manos, primero por encima de su
falda azul turquesa, y después por debajo. Después la desabotonó y cayó debajo
de sus pies. Se siguieron besando a medida que se movían y subían las escaleras
hasta llegar al dormitorio de Mario. Carla ni siquiera observó aquel lugar en
el que nunca había estado, y se dejó tirar por Mario en la colcha de terciopelo que
cubría la cama. Mario se echó encima de ella y comenzó a lamer su pecho,
mientras intentaba encontrar el cierre del sujetador. Ella lo abrió y lanzó el
sujetador negro al suelo. Él volvió a lamer sus pechos, más detenidamente, dando
pequeños mordiscos en sus pezones mientras ella gemía por la combinación de
aquel dolor y placer. Sin pensarlo dos veces, ella desabotonó sus vaqueros,
mientras él la ayudaba a quitárselos, quedándose solo con unos bóxer de color
verde. Pronto, cambiaron la postura, situándose ella arriba y él abajo. Ella
comenzó a montar a horcajadas sobre él, mientras los dos se mordían su labio
inferior en señal de placer. Ella comenzó a lamer su cuello, hasta llegar al
borde de los calzoncillos. Levantó con sus dedos la goma elástica, y su lengua
comenzó a explorar aquel territorio desconocido. Se sorprendió a si misma al
quitarle los bóxer y arrojarlos al suelo, al lado de su sujetador. Tocó su pene
erecto con suaves movimientos de arriba-abajo, mientras introducía su lengua en
su boca.
Y en aquel mismo instante, comenzó a sonar el móvil de Mario.
Unos minutos antes en
otro lugar…
Carla había ido a ver a Mario, y aquella tarde los padres de
Mario se iban a Alicante a comprar una nueva estantería para el salón. Al menos
eso fue lo que él le había contado el
día anterior. ¿Mario tendría la intención de acostarse con ella aquella misma
tarde? Bueno, tal vez, pero Carla no se dejaría. Al menos eso creía Gael. No la
conocía mucho, pero era muy transparente, no era la clase de mujer que se
acostaría con un chico al día siguiente de besarlo por primera vez. ¿O tal vez
sí? Aquellas dudas atormentaban a Gael, quien todavía se preguntaba el motivo de
aquel sentimiento que había comenzado a
desatarse en su interior. Y si se la tiraba, ¿qué? Tampoco pasaba nada. Había muchas
otras chicas por el mundo. ¿Por qué justamente se había tenido que encaprichar
de Carla? La respuesta la escuchó enseguida en sus pensamientos: porque no la
podía tener. No la podía tener porque Mario era su mejor amigo y no lo podía
traicionar, y menos por aquella chiquillada. Lo más probable, dado su
historial, era que se la tirara y después se olvidara de ella, y entonces se
arrepentiría de haberle fallado a su amigo por aquella tontería. ¿O no era una
tontería? ¿Carla significa más para él que eso? La respuesta esta vez también llegó de manera clara y rápida a su
cabeza: sí. ¿Por qué? Eso ya no lo sabía, pero con Carla no quería follar una sola vez, con Carla quería hacer el amor cada noche, hacerla enfadar
y después pedirle perdón. Eso era lo que quería.
Sin pensar más, cogió su móvil y buscó en la agenda el
número de Mario. Pulsó el botón verde y esperó a que sonaran cinco toques,
después saltó el buzón de voz. Volvió a hacer la misma operación y el resultado
fue el mismo. Con pocas esperanzas, lo intentó una última vez.
_¿Qué?_gritó Mario al otro lado de la línea.
Sus dudas se resolvieron en aquel instante. Si Mario había
contestado así, significaba que estaba ocupado, y si estaba ocupado era porque…No,
no quería imaginarlo. Debía pensar rápido. Debía encontrar una excusa para que no
pasara lo que iba a pasar.
_Hola tío. ¿Nos podemos ver ahora?
_¿Ahora?_ repitió Mario con un tono de voz más alto.
_Sí, es que tengo que hablar contigo.
_Bueno Gael pues
hablamos otro día. Ahora estoy ocupado… Te tengo que dejar…
_¡No! ¡Espera! Es importante.
_¿Qué pasó?_Mario comenzó a preocuparse.
_Me siento muy mal por lo de Katia_ fue lo primero que se le
ocurrió decir_ Creo que debería arreglarlo con ella.
¿Gael preocupado por una chica? Mario no daba crédito a lo
que estaba escuchando. Pensó realmente en ir, pero giró la cabeza y vio a una chica sin
sujetador esperándole en la cama.
_¿No lo podemos hablar mañana?
_No, por favor. Ahora.
_Está bien. Voy ahora a tu casa_ suspiró Mario.
_Muchas gracias Mario.
Gael colgó y pronto comenzó a sentirse como una rata
miserable. Había mentido a su mejor amigo para que no se acostara con la chica
que a él le gustaba. Había puesto como excusa a Katia para evitar lo que él no
podía ni imaginar. Sí, definitivamente Carla era alguien importante para él,
alguien que le había convertido en un ser egoísta y mentiroso.
pobre mario :(:(:(:(:(:(
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