Gael caminaba solo por la calle. No le apetecía hablar, no
le apetecía estar con nadie. Sólo quería olvidar, y entender. Olvidar lo que habían
visto sus ojos unas horas antes. Entender aquel sentimiento que estaba
despertándose en tu interior. Un sentimiento completamente nuevo, lleno de
dolor. Su mejor amigo y Carla. No podía borrar esa imagen de su cabeza. ¿No
habría sido una pesadilla? Ojalá. Todos hemos deseado alguna vez que algo que
nos causara dolor sólo se tratase de un sueño. Pero tarde o temprano tenemos
que afrontarlo, darnos cuenta de que ha ocurrido de verdad y de que debemos
seguir adelante. No pasaba nada. Sabía que Mario y Carla se habían liado, pero
no había sido lo mismo imaginarlo que verlo. Mario se merecía estar
con ella mucho más que él. Él había sido un egoísta y un mentiroso. No tenía
derecho de pedirle nada. Si le hubiera dicho por las buenas lo que sentía… ¿Por
qué no había pensado fríamente antes de actuar? Aquel acto impulsivo no era
habitual en él. Esa chica le había hecho perder la cabeza. Y pensar que hacía
poco más de una semana Carla no existía... Ojalá pudiera retroceder en el
tiempo. Pero no. En este mundo no se puede volver atrás, ni convertir
realidades en sueños. En este mundo hay que asumir lo que pasa y seguir
adelante por mucho que se tuerza el camino. Eso era lo que le habían enseñado,
y lo que él estaba dispuesto hacer. Pero… ¿Cómo?
Una cara conocida. Su camino ya volvía a torcerse. Era
Katia. También se había portado muy mal con ella. La había puesto como excusa
para que Carla y Mario no se acostaran juntos. Y al final había sucedido igualmente, o eso era lo que
él creía. La chica le miró con odio y siguió caminando a paso más rápido. Gael
tenía que hablar con ella. No podía estar mal con nadie más. Tenía que hacer
algo. La paró sujetándole el hombro con uno de sus brazos. Ella le miró a los
ojos. Estaba muy dolida. Todavía no había superado todo lo que le había hecho
Gael.
_Déjame._ Katia volvió a mirar al suelo mientras intentaba
apartar el brazo de Gael de su hombro.
_No. No hasta que me escuches.
_¿No has tenido ya suficiente?
Una lágrima empezaba a resbalar por el rostro de Katia. No
se pudo contener. Había pasado unos días muy malos, y que Gael intentara hablar
con ella, no la ayudaba. Lo que más le dolía es que en el fondo tenía ganas de escuchar su voz y de sentirse observada por aquellos cautivadores ojos
verdes. Gael se dio cuenta y le entraron ganas de consolarla, pero sabía que él
no era el más adecuado. Sólo podía disculparse una y otra vez.
_Katia, lo siento mucho de verdad. No era mi intención
hacerte daño.
_¿De verdad? Pues para no ser tu intención, lo has hecho muy
bien.
El rostro de Katia estaba cubierto por más lágrimas.
Gael quería abrazarla, pero tal vez no
era lo más apropiado.
_Lo siento. Sé que lo he hecho mal, pero tienes que
perdonarme por favor_ La miró a los ojos muy serio.
_¿Es que sabes qué pasa, Gael? Que me duele demasiado como
para perdonarte. No es por lo del otro día. Es por todo. Tú nunca has sentido
lo mismo que yo, y me duele mucho no ser correspondida. Yo estoy enamorada de
ti, Gael.
Gael sabía que ella sentía algo más que simple atracción,
pero lo que nunca hubiera imaginado es que le fuera a decir aquello.
¿Enamorada? Eso eran palabras mayores. ¿Por qué no se lo había dicho antes?
Bueno, la respuesta estaba clara. Si se lo hubiera dicho, Gael hubiera cortado
de inmediato con aquello que tenían, y ella no volvería a estar con él. Y en
ese momento mejor que nunca, comprendía lo que se puede llegar a hacer por la
persona a la que se quiere. Un momento. ¿Querer?
_Vaya…No sabía nada.
_Pues estás más ciego de lo que pensaba_ dijo Katia entre
sollozos pero con una tímida sonrisa.
Le había tranquilizado decir aquello que
tanto tiempo había guardado en su interior. El secreto había sido desvelado.Gael sonrió. No sabía qué decir. ¿Qué iba a decirle? Se
había acostado con ella durante cuatro años, y ni siquiera se había dado cuenta
de que estaba enamorada. Katia había tenido que soportar ver a Gael con otras
mujeres, que le hubiera dado plantón varias veces, y aún así siempre tenía una
sonrisa para él. Se sintió aún peor. Aquel día no podía acabar bien.
_Lo siento mucho… Lo siento mucho por todo. Por todos estos
años sin darme cuenta de tus sentimientos. Por haber jugado contigo, aunque de
verdad que no era mi intención. Por todo Katia. Siempre hemos sido amigos, y me
gustaría que lo siguiéramos siendo.
_Es que yo no puedo ser tu amiga Gael. Yo lo que quiero es
ser otra cosa. No puedo ser tu amiga hasta que no me olvide de ti, y ahora eso
me parece imposible.
Gael lo entendía. Se imaginaba lo difícil que sería estar
enamorado de una amiga. Fingir ser amigos cuando se quiere algo más no es
amistad. La amistad debe ser sincera por ambas partes. Si alguno de los dos
siente algo distinto, ya no es amistad. Al menos eso era lo que él pensaba. Tal
vez dentro de un tiempo sí podrían ser amigos, pero en aquel instante no.
_Lo entiendo. Quiero que estés bien, Katia.
_Ya.
_De verdad.
_Lo sé.
Sí, lo sabía. Gael no era un mal chico. Siempre estaba ahí
cuando lo necesitaba. Se había comportado como un amigo leal. Lo que le había
hecho en la última semana no tenía nombre, pero supuso que tendría sus motivos
para haberlo hecho. Gael la quería. Sólo como una amiga, pero la quería.
Lástima que ella no pudiera sentir solamente amistad. A lo mejor algún día…Pero
todavía faltaba mucho.
Y de esa manera, aquellos dos jóvenes que habían sido amigos
y amantes, siguieron caminando en direcciones opuestas, dejando en el recuerdo
todos los momentos bonitos que habían vivido, y también los no tan bonitos. Ya
no podían hacer más.
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