viernes, 6 de julio de 2012

Capítulo diecisiete.


Gael caminaba solo por la calle. No le apetecía hablar, no le apetecía estar con nadie. Sólo quería olvidar, y entender. Olvidar lo que habían visto sus ojos unas horas antes. Entender aquel sentimiento que estaba despertándose en tu interior. Un sentimiento completamente nuevo, lleno de dolor. Su mejor amigo y Carla. No podía borrar esa imagen de su cabeza. ¿No habría sido una pesadilla? Ojalá. Todos hemos deseado alguna vez que algo que nos causara dolor sólo se tratase de un sueño. Pero tarde o temprano tenemos que afrontarlo, darnos cuenta de que ha ocurrido de verdad y de que debemos seguir adelante. No pasaba nada. Sabía que Mario y Carla se habían liado, pero no había sido lo mismo imaginarlo que verlo. Mario se merecía estar con ella mucho más que él. Él había sido un egoísta y un mentiroso. No tenía derecho de pedirle nada. Si le hubiera dicho por las buenas lo que sentía… ¿Por qué no había pensado fríamente antes de actuar? Aquel acto impulsivo no era habitual en él. Esa chica le había hecho perder la cabeza. Y pensar que hacía poco más de una semana Carla no existía... Ojalá pudiera retroceder en el tiempo. Pero no. En este mundo no se puede volver atrás, ni convertir realidades en sueños. En este mundo hay que asumir lo que pasa y seguir adelante por mucho que se tuerza el camino. Eso era lo que le habían enseñado, y lo que él estaba dispuesto hacer. Pero… ¿Cómo?

Una cara conocida. Su camino ya volvía a torcerse. Era Katia. También se había portado muy mal con ella. La había puesto como excusa para que Carla y Mario no se acostaran juntos. Y al final  había sucedido igualmente, o eso era lo que él creía. La chica le miró con odio y siguió caminando a paso más rápido. Gael tenía que hablar con ella. No podía estar mal con nadie más. Tenía que hacer algo. La paró sujetándole el hombro con uno de sus brazos. Ella le miró a los ojos. Estaba muy dolida. Todavía no había superado todo lo que le había hecho Gael.

_Déjame._ Katia volvió a mirar al suelo mientras intentaba apartar el brazo de Gael de su hombro.
_No. No hasta que me escuches.
_¿No has tenido ya suficiente?

Una lágrima empezaba a resbalar por el rostro de Katia. No se pudo contener. Había pasado unos días muy malos, y que Gael intentara hablar con ella, no la ayudaba. Lo que más le dolía es que en el fondo tenía ganas de escuchar su voz y de sentirse observada por aquellos cautivadores ojos verdes. Gael se dio cuenta y le entraron ganas de consolarla, pero sabía que él no era el más adecuado. Sólo podía disculparse una y otra vez.

_Katia, lo siento mucho de verdad. No era mi intención hacerte daño.
_¿De verdad? Pues para no ser tu intención, lo has hecho muy bien.

El rostro de Katia estaba cubierto por más lágrimas. Gael  quería abrazarla, pero tal vez no era lo más apropiado.

_Lo siento. Sé que lo he hecho mal, pero tienes que perdonarme por favor_ La miró a los ojos muy serio.
_¿Es que sabes qué pasa, Gael? Que me duele demasiado como para perdonarte. No es por lo del otro día. Es por todo. Tú nunca has sentido lo mismo que yo, y me duele mucho no ser correspondida. Yo estoy enamorada de ti, Gael.

Gael sabía que ella sentía algo más que simple atracción, pero lo que nunca hubiera imaginado es que le fuera a decir aquello. ¿Enamorada? Eso eran palabras mayores. ¿Por qué no se lo había dicho antes? Bueno, la respuesta estaba clara. Si se lo hubiera dicho, Gael hubiera cortado de inmediato con aquello que tenían, y ella no volvería a estar con él. Y en ese momento mejor que nunca, comprendía lo que se puede llegar a hacer por la persona a la que se quiere. Un momento. ¿Querer?

_Vaya…No sabía nada.
_Pues estás más ciego de lo que pensaba_ dijo Katia entre sollozos pero con una tímida sonrisa. 

Le había tranquilizado decir aquello que tanto tiempo había guardado en su interior. El secreto había sido desvelado.Gael sonrió. No sabía qué decir. ¿Qué iba a decirle? Se había acostado con ella durante cuatro años, y ni siquiera se había dado cuenta de que estaba enamorada. Katia había tenido que soportar ver a Gael con otras mujeres, que le hubiera dado plantón varias veces, y aún así siempre tenía una sonrisa para él. Se sintió aún peor. Aquel día no podía acabar bien.

_Lo siento mucho… Lo siento mucho por todo. Por todos estos años sin darme cuenta de tus sentimientos. Por haber jugado contigo, aunque de verdad que no era mi intención. Por todo Katia. Siempre hemos sido amigos, y me gustaría que lo siguiéramos siendo.
_Es que yo no puedo ser tu amiga Gael. Yo lo que quiero es ser otra cosa. No puedo ser tu amiga hasta que no me olvide de ti, y ahora eso me parece imposible.

Gael lo entendía. Se imaginaba lo difícil que sería estar enamorado de una amiga. Fingir ser amigos cuando se quiere algo más no es amistad. La amistad debe ser sincera por ambas partes. Si alguno de los dos siente algo distinto, ya no es amistad. Al menos eso era lo que él pensaba. Tal vez dentro de un tiempo sí podrían ser amigos, pero en aquel instante no.

_Lo entiendo. Quiero que estés bien, Katia.
_Ya.
_De verdad.
_Lo sé.

Sí, lo sabía. Gael no era un mal chico. Siempre estaba ahí cuando lo necesitaba. Se había comportado como un amigo leal. Lo que le había hecho en la última semana no tenía nombre, pero supuso que tendría sus motivos para haberlo hecho. Gael la quería. Sólo como una amiga, pero la quería. Lástima que ella no pudiera sentir solamente amistad. A lo mejor algún día…Pero todavía faltaba mucho. 
Y de esa manera, aquellos dos jóvenes que habían sido amigos y amantes, siguieron caminando en direcciones opuestas, dejando en el recuerdo todos los momentos bonitos que habían vivido, y también los no tan bonitos. Ya no podían hacer más.

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